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Amai

Cuando mi Corazón Danza

"El pulso de la vida

es mi propio pulso,

la consciencia divina

acariciando mi piel."

Libro de poesía que comparte mi experiencia de intimidad con la naturaleza, la danza y la espiritualidad.

LOS CUATRO ELEMENTOS

La tierra late

en todo mi cuerpo

con su ritmo,

la suavidad

de la tierra

en mi piel,

la tierra

que es tierra

en mi.

El agua

es suavidad pura,

sonido

que refresca

y me lava,

me alivia,

me contiene,

me renueva

y me sana.

El aire

me recuerda

a libertad

de jugar y ser,

abrir la boca

y ser canal

de sonidos de luces

y colores

del

sol.

Sol,

amada fuente

que fecunda

de calor

y

energía primordial.

El pulsar de la vida

en cada forma y geometría,

que despierta

la Maga

en mí.

Entrar

en otro espacio - tiempo,

dejar

de ser yo misma,

Dios - Diosa

se manifiesta en mí.

Me entrego

a este viaje

a través

de los cuatro

elementos...


Por: María José Rosselot A.

VIAJE A LA UNIDAD

Entré en un espacio de unidad

donde la totalidad

era lo único

que latía

en el aire.

Una experiencia de expansión,

donde podía sentir y ver la vida

en cada molécula de oxígeno,

en cada hoja

y cada árbol,

en cada raíz

y partícula de polvo.

Yo era eso

y eso era yo,

árbol y roca,

agua y ave,

todos éramos uno.

La vida es ese hilo invisible

que se tejió siempre

y se desteje nunca,

solo se transforma

constantemente.

Ese entramado divino

que se ve

transparente

y huele a agua.

Esa energía

que se siente

a tierra

y se toca a aire.

El palpitar y aliento

en cada célula

y partícula

que es un mundo

en sí mismo.

Solo fractales de luz

repitiéndose

y sucediéndose,

conteniéndose

en sí mismo.

El ave que canta

y el río que ronronea

sostenidos por el tejido invisible

que palpita.

En mi propia respiración,

en tu propia respiración,

en nuestra propia mirada

invisible

sintiente y latente

en este todo

que es la nada.

Vida y muerte,

ser y no ser,

inhalar y exhalar,

abrir y cerrar.

Una atmósfera

vibrante y silenciosa

que canta en ti

y canta en mí,

en el árbol

y en la piedra.

La sabiduría misma

de la vida

que está al servicio

de su propio existir.

Existo

y fluyo

en mi existir.


Por: María José Rosselot A.

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