Cultivando la Felicidad
Se sabe que las matemáticas, el lenguaje y las ciencias se estudian y aprenden. Del mismo modo, la Felicidad se puede cultivar y mientras antes comencemos a hacerlo, más feliz será nuestra vida. Lo más interesante es que, para cultivar la felicidad no es necesario ir a ninguna parte, ya que el tremendo potencial de la felicidad está dentro de nosotros mismos.
El estilo y ritmo de vida de la sociedad actual, promueven la individualidad por sobre la comunidad, favoreciendo relaciones humanas basadas muchas veces en la desconfianza, la comparación y los prejuicios por sobre la cooperación y el respeto. En consecuencia, los seres humanos experimentan emociones fuertes que los llevan a estados cotidianos de ansiedad y angustia, perjudiciales tanto para las relaciones como para la salud.
Sin embargo, cada vez son más los seres humanos que se abren a cultivar relaciones en base a la cooperación, la confianza y el respeto. En este proceso de abrirse hacia los demás, estos seres necesitan experimentar un proceso de desenmascarar las emociones y sentimientos profundos que se alojan en su interior. Así, aprenden a reconocer los aspectos internos que los alejan de la Felicidad y los recursos que los ayudan a cultivarla.
Tal como se reflexiona y experimenta en el taller Cultivando la Felicidad, es fundamental darle espacio y atención a este proceso en la vida de las personas. Esto, debido a que los seres humanos sólo podrán relacionarse de manera estable y amorosa con los demás, en la medida en que desarrollen una relación estable y amorosa cada uno consigo mismo. Al fin y al cabo, solo podemos entregar aquello que tenemos.
La felicidad es un estado interior que aflora naturalmente cuando los seres se aman, cuidan y respetan a sí mismos. Y por consecuencia, desean amar, cuidar y respetar todo lo que los rodea. La felicidad está esperando que cada uno le abra su corazón, para habitarlo más allá de las circunstancias. La vida es la escuela misma a través de la cual se invita a los seres a pulirse, como si fueran diamantes en bruto, para proyectar y reflejar toda la maravillosa luz que fluye a través de sus corazones.
Por: María José Rosselot A.