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  • Amai

La necesidad de demorarnos

A pesar de que el mismo Sócrates dijo “conócete a ti mismo” -al igual que muchos otros sabios y maestros de la antigüedad-, cientos y miles de años después seguimos preguntándonos por el sentido de la vida, buscando la felicidad en experiencias externas y entregando nuestro poder a todo lo que nos rodea. Muchas veces vamos por la vida buscando un lugar al cual llegar y un alguien en quién convertirnos, como quien persigue una zanahoria que se aleja cada vez que te acercas.

Nuestra mente suele divagar sin parar, buscando en el pasado los hechos no resueltos y salta rápidamente al futuro para recrear posibles escenarios donde podamos liberarnos de esas cargas.

Lo cierto es que el único lugar donde realmente podemos estar es aquí y el único momento en que podemos estar es ahora. Mientras nos perdemos en el pasado y nos llenamos de ansiedad por un futuro impredecible, el presente se nos diluye como agua entre los dedos, prestándole muy poca atención.

¿Y qué hacemos con nuestro corazón mientras tanto? Es necesario que seamos capaces de demorarnos. Solemos tenerle miedo al silencio, a la nada como si estuviera vacía, y al vacío como si no tuviera nada, llenando esos espacios y silencios con actividades, conversaciones banales, deberes, vicios y un sin fin de instancias que solo nos alejan de nosotros mismos.

Cuando comprendamos que ya somos todo lo que necesitamos ser y no necesitamos ir a ningún lugar para que eso se manifieste, nos sentiremos en paz. Incluso cuando nos sentimos perdidos o desorientados, estamos ya siendo lo que realmente somos, porque no podemos ser otra cosa. La vida que tenemos hoy es el regalo que tenemos para descubrir nuestro verdadero potencial, lograr la paz interior y encontrar la felicidad; de otra forma, estaremos buscando afuera lo que siempre ha estado dentro de nosotros.

Este es un buen día para demorarnos un momento, para respirar y gozar de la caminata hacia tu auto o tu trabajo de manera consciente, dándote cuenta de que en cada paso que das, ya estás donde tienes que estar, y en cada segundo que pasa, ya eres todo lo que necesitas ser. Te invito a hacer la prueba y experimentar que, como dice Tích Nhat Hanh, “la paz está en cada paso”.


Por: María José Rosselot A.

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